FISIO CLUB

El proyecto investiga cómo transformar un centro de fisioterapia para que se aleje de la imagen estéril de una clínica u hospital y, al mismo tiempo, asuma y reformule la influencia de un gimnasio de entrenamiento personal. Pasar de la “clínica de fisioterapia” al “FisioClub”: un lugar donde cada acción se traduce en experiencia y cada experiencia, en bienestar.
El proyecto investiga cómo transformar un centro de fisioterapia para que se aleje de la imagen estéril de una clínica u hospital y, al mismo tiempo, asuma y reformule la influencia de un gimnasio de entrenamiento personal. Pasar de la “clínica de fisioterapia” al “FisioClub”: un lugar donde cada acción se traduce en experiencia y cada experiencia, en bienestar.

Se trata de traducir el significado de las acciones que aquí ocurren mediante una lectura poética, con la atención minuciosa de quien busca extraer su sentido emocional.

(A veces un proyecto empieza como una negación: no queríamos luces blancas y batas, ni un pasillo recto, ni luz plana, ni la imagen de “consulta”. No al aburrimiento. La forma llegó después, casi como consecuencia de esa lista inicial de lo que no queríamos).

El diseño despliega su énfasis en la redefinición de las actividades que requiere el programa. Cada espacio se define por la acción que lo habita: agruparlas, darles sentido, convertirlas en minicanchas, pistas o atmósferas deportivas —sky, fútbol, tenis, running, fuerza, exería— y en cabinas de tratamiento con luz natural, intimidad y un acceso que, en sí mismo, sea un recorrido abstracto y emocionalmente liberador. Piezas que adquieren formas y sentidos propios.

(En planta, las piezas se ordenan como un conjunto de islas enlazadas por un pasillo zigzagueante, donde la luz matizada se filtra entre los vacíos que generan las formas cambiantes. Las articulaciones de la planta invitan al movimiento; la luz, a la calma. No hay espacios residuales: todo está pensado para ser mirado, atravesado o habitado y, sobre todo, para conseguir que, al seguir ese camino abstracto, por un instante se te olvide el dolor).

Diseñar aquí fue entender que la fisioterapia no empieza en la camilla: empieza al cruzar la puerta, al recorrer un espacio que te prepara mental y físicamente para la recuperación. El zig-zag no es un gesto gratuito: es una estrategia para dilatar el tiempo, para estirar el instante y permitir que la mente cambie de estado. El recorrido deja de ser un trámite para convertirse en una experiencia de atención plena. Sin darse cuenta, el visitante llega a su destino con la sensación de haber habitado un espacio que le ha acompañado activamente.

Cada pieza recibe el nombre de la acción que la anima —esquiar, correr, jugar al fútbol o al tenis, estirar, fortalecer— y se reconoce por un color, una textura y una forma que la hacen identificable y ordenan el conjunto. Los materiales no ocupan el lugar esperado: suben, giran, envuelven. Un caucho técnico que normalmente pisa el suelo asciende por la pared para ofrecer un apoyo blando; aislamientos acústicos en distintos formatos y aplicaciones se dejan vistos a partir de donde la mano no llega, optimizando su rendimiento y aportando textura visual; volúmenes curvos, revestidos con tejido acústico y almohadillado, abrazan su interior como si quisieran protegerlo. En el área de análisis de carrera, un espacio abierto se interrumpe por una pista de atletismo en forma de túnel que oculta la vista, pero permite estudiar la zancada sin distracciones.

Se combinan materiales propios de obra con acabados contract de precisión y detalle constructivo milimétrico: Fibracolour, cauchos técnicos, paneles acústicos, revestimientos textiles; luz natural que se filtra y rebota; madera que equilibra. No hay eclecticismo gratuito, sino una lógica afinada en la que cada elemento cumple una misión técnica y, al mismo tiempo, busca emocionar. El tacto es amable, la acústica controlada, el confort inmediato. Incluso caminar con muletas, apoyarse en una pared o esperar en un pasillo se convierte en un gesto de alivio. El tratamiento acústico no solo protege del ruido: crea un silencio que acompaña, como si el espacio, de alguna manera, también cuidara.

El recorrido a las cabinas —el “zig-zag”— es una textura que cambia. La cara A, espejo coloreado, no por decorativa sino por su capacidad de romper inercias: refleja, distorsiona y convierte la propia imagen en vibración cromática. La cara B permite el acceso a cabinas con su textura vista y bruta, marcada por un pequeño círculo de color que indica si la cabina está libre u ocupada.

Amarillo para agilidad; verde y negro para fútbol y tenis; madera para estiramientos; azul corporativo en texturas; y granate como acento en los 14 ojos de buey correspondientes a las 14 cabinas.

Diseñar fue aceptar que el movimiento no solo ocurre dentro del cuerpo, sino también en la planta, en la luz y en los materiales. En la forma en que un espacio te acompaña hasta el final del recorrido, sin que apenas lo notes.

Diseño: Silka Barrio y Hector Barrio

Fotos: Gonzalo Perez mata

Superficie: 700m2

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